El estudio se llevó a cabo mediante el seguimiento de 507 adultos del barrio del Bronx, Nueva York, desde 1993. Eran sometidos anualmente a evaluaciones clínicas, test neuropsicológicos, sociales, acerca de sus actividades diarias y se les preguntaba por cualquier incidencia referente a la memoria u otras quejas; además de revisar su historial médico.
A partir de 2005, se empezaron a medir sus niveles de estrés al menos una vez al año, a partir de una técnica que analiza dichos niveles usando como estímulos eventos pasados, presentes y futuros de las vidas de los candidatos. Esto se prolongó durante tres años y medio.
En función de los resultados, los pacientes fueron separados de los más estresados a los que menos. Aquellos con niveles más altos tenían casi el triple de posibilidades de desarrollar demencia, sobre todo mujeres, personas con un nivel educativo bajo o altos niveles de depresión; este último está relacionado estrechamente con el Alzheimer.
(Alzheimer Disease & Associated Disorders, Enero 2016)
Escrito por Manuel Díaz Sola
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