“Sabes, la abuela pierde un poco la cabeza» a lo que mucha gente e incluso médicos contestaban:
– ¿Qué edad tiene?»
– ¡Ochenta años!
– ¡Pues Señora, no hay mucho que hacer. Es la edad»
Una enfermedad de verdad
Afortunadamente, hoy en día, las cosas han cambiado. La enfermedad de Alzheimer es considerada una “enfermedad», valga la redundancia.
Este cambio se ha producido paulatinamente gracias al esfuerzo de las Asociaciones de Familiares de Alzheimer. El tema ha dejado de ser un tabú. Incluso, hay quien cuenta chistes acerca de esta enfermedad. Y aunque, no lo parezca, esto tiene consecuencias positivas, tanto para el enfermo, como para el cuidador y la familia. Esto demuestra que el conocimiento de lo que es la enfermedad de Alzheimer ha crecido de forma muy importante en la opinión publica.
De un concepto científico a una palabra coloquial
Hoy en día, todo el mundo conoce la enfermedad de Alzheimer.
“Alzheimer» ha dejado de ser una palabra medica y científica, para pasar a formar parte del vocabulario coloquial, lo que supone una evolución increíble para una enfermedad crónica, degenerativa e irreversible, que pertenecía al grupo de las “enfermedades raras», y que llevaba el nombre de un psiquiatra alemán de difícil pronunciación.
Se ha llegado a tal punto de familiaridad que, es cada vez más frecuente, escuchar, cuando a alguien se le olvida algo, comentar: “Estoy empezando un Alzheimer».
Para bien o para mal, la enfermedad de Alzheimer ya forma parte del subconsciente de la sociedad en la que vivimos.
De “senil» al estatuto social de “enfermo»
Hoy en día, por fin, se considera al Alzheimer una verdadera enfermedad, semejante a cualquier otra enfermedad, con su sintomatología, sus criterios diagnósticos y sus medicamentos específicos…lo que no sucedía antes, cuando un enfermo de Alzheimer era poco menos que un estigma familiar y social, al que había que esconder.
En la actualidad, las personas que la padecen tiene ahora el estatuto social y legal de “enfermo» y acceden a todos los derechos reconocidos por ley a un enfermo, en particular la información sobre su estado, la autodeterminación en lo concierne a su futuro y los servicios de la Ley de Dependencia.
La elaboración por varias Autonomías del marco legal de las “directrices anticipadas» o “testamento vital» son el testigo de la evolución de la mentalidad de la sociedad.
De la “perturbación de la mente» a la “enfermedad del cerebro»
Hoy, se relaciona la enfermedad de Alzheimer con lesiones cerebrales e histológicas bien características, que sirven de base a la investigación para descubrir nuevos medicamentos.
Es una enfermedad del cerebro y no una enfermedad mental. El enfermo no “pierde la cabeza». Es un punto fundamental para la aceptación del diagnostico por la familia.
Un cambio drástico en la actitud de los médicos debido a la aparición de medicamentos
Debe quedar claro que, todavía, no existe un tratamiento capaz de curar la enfermedad de Alzheimer o prevenirla.
Hasta el año 1998, los médicos no disponían de ningún tratamiento. Su papel consistía en dar “buenas palabras» al enfermo y a su familia.
Era, para ellos, una patología ingrata y, en gran parte, desconocida porque no tenían lo que se llama un “arsenal terapéutico», es decir medicamentos para aliviar al paciente y jugaban un papel muy pasivo en la relación médico-enfermo.
Sin embargo, todo cambio cuando aparecieron medicamentos “sintomáticos» que reduce la evolución de los síntomas.
En esta enfermedad, los médicos han pasado de ser sujetos pasivos a ser profesionales profundamente involucrados hasta el punto de llamar la atención de la opinión pública sobre el interés de realizar un diagnóstico precoz de la enfermedad.
El Alzheimer, por fin, es una enfermedad como las otras.